IGLESIA EVANGÉLICA PENTECOSTAL LAS ACACIAS

DOCTRINA I

sábado, 3 de abril de 2010

IV EL HOMBRE

OBJETIVOS:


1.- Participar en la investigación sobre el hombre como obra de Dios.

2.- Conocer el origen, la naturaleza y las características del hombre al ser creados por Dios.

3.- Analizar y discutir las consecuencias de la caída del hombre por el pecado.

4.- Conocer sobre la relación de hombre y mujer en la creación.

5.- Participar e investigar sobre los planteamientos doctrinales de la iglesia en relación al hombre.



CONTENIDOS

• ¿Por qué estudiar sobre el hombre?. Salmo 8:4-8. El hombre, gloria y vergüenza del universo.

• ¿Qué es el hombre?. Origen del hombre y de la mujer.

• La caída del hombre. Los pactos de Dios con la humanidad. Noción de pacto. Los pactos en el Antiguo Testamento. El Nuevo Pacto. La ley de Dios y el pacto de obras. El relato de Génesis sobre la caída. El pecado personal: noción de pecado, el pecado en contraste con la santidad, origen, naturaleza y universalidad del pecado, La depravación causada por el pecado. Culpa y castigo del pecado. Clasificación del pecado. El remedio al pecado Los efectos de la caída en el hombre y en la mujer. El valor del ser humano. Características del ser humano antes de la caída. Comparación entre la vida árida y la fructífera

• Constitución de la naturaleza del hombre y la mujer. Tipología del hombre según las Escrituras. Naturaleza moral del hombre. Estado original del hombre.

• Articulado de la iglesia con respecto al hombre.



Objetivo 1.- Participar en la investigación sobre el hombre como obra de Dios.



1.1. ¿Por qué estudiar sobre el hombre?

1.2. Salmo 8:4-8

1.3. El hombre, gloria y vergüenza del universo

El hombre es importante en la Doctrina y en la Teología como objeto de estudio, debido a que las Sagradas Escrituras se refieren a él como hechura de Dios, creado con gloria, creado para ser “señor”. En el Salmo 8:4-8, el propio salmista se pregunta: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria?. Dando como respuesta a sí mismo, que esta criatura fue hecha por Dios un poco menor que los ángeles, Dios mismo en la creación le coronó de gloria y honor. Le hizo señor de la creación, para que gobernara sobre todo lo que el Creador había hecho. Esto hace importante su estudio en la Doctrina y en la Teología. El salmista expresa su admiración: “Señor, ¿qué es el hombre hebreo enosh, el ser humano en su debilidad física y moral para que de él te acuerdes, para que tomes nota de él, de sus actos y de sus quehaceres? ¿Qué es el hijo del hombre para que lo visites?”, como un amigo visita a otro amigo, complacido en conversar con él e interesado en sus cosas. Continúa aquí David engrandeciendo el honor de Dios al exponer los honores que Dios ha otorgado al hombre. Las condescendencias de la gracia divina exigen nuestras alabanzas tanto como la exigen las elevaciones de la gloria divina. Aunque el hombre es como un gusano Job 25:6, Dios le respeta y le muestra en abundancia su benevolencia; el hombre es, muy por encima de todas las criaturas de este mundo de abajo, el favorito de la Providencia, Deuteronomio 32:10; Proverbios 8:31, hasta el punto de que ha sido hecho un poco inferior a los ángeles, ya que, por su cuerpo, es semejante a las bestias que perecen y está confinado a la tierra, pero, por su alma espiritual e inmortal, es semejante a los ángeles, que son puros espíritus. Por un poco de tiempo, los hijos de Dios son inferiores a los ángeles, mientras su alma espiritual está como encerrada en vasos de barro, pero los hijos de la resurrección serán como ángeles, no inferiores a ellos. El hombre está dotado de nobles y maravillosas facultades, pues Dios lo coronó de gloria y de honra. La razón del hombre es su corona de gloria; no debe profanar esa corona mediante el mal uso de ella ni perder el derecho a ella por obrar en contra de sus preceptos.



Objetivo 2.- Conocer el origen, la naturaleza y las características del hombre al ser creado por Dios.



2.1. ¿Qué es el hombre?

El hombre frente al universo a pesar de su pequeñez, es aquel que Dios colocó, como asociado a su dominio sobre las criaturas, haciéndolo poco inferior a los ángeles. En Génesis 1:26, el escritor pone en boca de Dios la siguiente afirmación: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la tierra y sobre cuantos animales se mueven sobre ella”. Dios, pues, creó al hombre como representante suyo y representante por encima de todos los seres creados. Esto es parte de su imagen y semejanza con el Creador. Según un autor desconocido, “el hombre es un alma pequeña, que lleva un cadáver encima”, claro está el cadáver del hombre viejo y muerto que necesita ser transformado por la obra regeneradora de Cristo. Mientras que Robert Ingerson plantea que “el hombre es una máquina en la que ponemos el alimento (educación y conocimiento) y éste produce el pensamiento”. En cambio, Charles Cotton dice que “el hombre es un haz de contradicciones” y el teólogo y filósofo Cristiano Blas Pascal, plantea que “el hombre es la gloria y la vergüenza del universo”. De cualquier forma, Dios creó al hombre para que le adorase y amara profundamente, pero el pecado degeneró estas funciones y propósitos.

2.1. Origen del hombre y de la mujer

Según Génesis 1.26-28; Génesis 2:7; Génesis 2:18-20 y Génesis 2:21-25 Dios mismo moldea al hombre. La palabra moldear en hebreo es vayyitzer, que se traduce como hacer con las manos, este verbo lo encontramos en Jeremías 18, muy relacionado al verbo crear utilizado en Génesis. Dios creó al hombre con barro, tierra arcillosa y agua, y luego de moldearlo sopló sobre él su aliento de vida, llamándole “Adamah” o Adán que significa tierra arcillosa. En cambio, al crear a la mujer, utilizó del hombre su costilla, sangre de su sangre y carne de su carne. Ambos creados por igual a imagen y semejanza de Dios. Creados por igual para ser copartícipes y unidos en sí. Colocó a la mujer “ishshah” (varona) teniendo como cabeza a “ish” o “adamah”, el varón. Creando una auto dependencia, una unión por igual y con relaciones estrechas entre la pareja y sus integrantes como individuos, un cuerpo, un espíritu, un alma. Es en la creación de ambos como pareja que se forma un fundamento de asociación, una ayuda mutua, un amor entrañable mutuo, una reciprocidad, pues ella fue tomada de la costilla del hombre. El contrapeso del intelecto y lógica del varón, con el sentimiento y corazón de la mujer. Por ello la importancia del matrimonio en santidad. “Quidushim” en hebreo, dos santidades unidas en una.



Objetivo 3.- Analizar y discutir las consecuencias de la caída del hombre por el pecado.



3.1. La caída del hombre. Los pactos de Dios con la humanidad.

a) Noción de pacto

El vocablo que el hebreo del Antiguo Testamento usa para “pacto” es berith de la raíz brh que significa cortar y comer, término que connota el rito con que se formalizaba un pacto, y tiene un sentido más amplio que el vocablo griego diatheke, aunque el contenido es el mismo. El término diatheke expresa la condición unilateral de los pactos divinos, en los cuales Dios es el único que concierta el pacto, y el hombre es el único beneficiario, puesto que Dios obtiene la gloria, pero no favor ni beneficio, de parte del hombre, Hechos 3:25; Hebreos 8:10; Hebreos 9:15-16, Hebreos 10:16.

b) Los pactos en el Antiguo Testamento

Los pactos divinos durante las dispensaciones anteriores a la encarnación del Hijo de Dios son los siguientes:

- El Pacto Adámico. En el Paraíso Dios hizo con Adán un pacto implícito, asegurándole la vida eterna a él y a su descendencia, bajo la condición de observar un precepto determinado. Génesis 2:15-25

- El Pacto Prediluviano con Noé. Ante la universal corrupción de la humanidad, Dios decide el fin de todo ser, Génesis 6:13-22, pero manda a Noé construir un arca para que se salve él con su familia (en total, ocho personas), y le dice estableceré MI PACTO contigo. Y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. Noé observó fielmente este pacto.

- El Pacto Postdiluviano con Noé. Se encuentra en Génesis 9:9-17, y en él se compromete Dios a no volver a enviar otro diluvio exterminador de toda carne. Cuatro cualidades podemos observar en este pacto, pues es: a) universal, para todo ser viviente; b) incondicional, ya que está expresado en forma absoluta, sin imponer condiciones; e) sin exigencia alguna, puesto que ni siquiera hay una sola ordenanza; d) perenne, porque se establece por siglos perpetuos. La señal de este pacto es el arco iris, cuya colocación en las nubes no depende de la voluntad de los hombres, pues es Dios quien lo sitúa allí.

- El Pacto Abrahámico. Este pacto de Dios con Abraham se halla ya implícito en Génesis 12:1-3, donde se atisba su carácter mesiánico-soteriológico universal, pues Dios asegura que el patriarca será fuente de bendición, en él serán benditas todas las familias de la tierra, con lo que la alusión al Redentor futuro se hace manifiesta. El pacto se hace explícito en Génesis 15:18, y más aún en Génesis 17:1-8,19. Este pacto ya sigue por un cauce restringido, pues de él se excluye a Ismael, Génesis 17:18-21. Está formalizado con toda solemnidad, corno puede verse por Génesis 15:10, que Dios usa el método clásico entre los sernitas para solemnizar un pacto, cortando por la mitad al animal, y pasando las partes contratantes por entre las dos mitades, significando así que se consideraban ligados por el vínculo de una sangre común, al confluir en el medio. El que rompa este pacto, será cortado de Dios. La señal de este pacto es la circuncisión; aunque es muy de notar que el pacto adquiere su fuerza de la promesa, emitida antes de la circuncisión, Romanos 4:9-16; Gálatas 3:6-18, mientras que la circuncisión alcanza a toda la descendencia carnal de Abraham Génesis 17:25, e incluso a los advenedizos.

- El Pacto Mosaico. Este pacto está ya implícito en Éxodo 6:6-8; Éxodo 15:13; 20:2; Deuteronomio 7:8; Deuteronomio 9:26; Deuteronomio 13:5; Deuteronomio 21:8. Explícitamente aparece como pacto en Éxodo 19:5; Éxodo 24:7-8. La forma condicionada que Éxodo 19:5-6; 24:7-8 parecen adoptar, no afecta a la validez del pacto, como si ésta dependiese de la promesa de obediencia por parte del pueblo. Lo único condicionado por la obediencia es el disfrute de las bendiciones que el pacto promete. La característica de este pacto es la santidad que exige del pueblo.

- El Pacto Davídico. El pacto de Dios con David aparece en 2 de Samuel 7:12-17; 2 de Samuel 23:5; Salmo 89:3,4, 26-37; Salmo 132:11-18. Su característica es la mesianidad, Isaías 43:1,6; Isaías 49:8; Isaías 55:3,4; Malaquías 3:1; Lucas 1:32-33; Hechos 2:30-36. Este pacto es incondicional y perpetuo.

c) El Nuevo Pacto

Cuando llega el cumplimiento o consumación de los tiempos, Dios lleva a cabo, mediante Jesucristo, el Pacto de Gracia Marcos 1: 15; Lucas 1:72; Juan1: 17; Gálatas 3:15-16; Gálatas 4:4,21-31; Hebreos 7:18-22. Este Pacto es eterno Hebreos 12:28; Hebreos 13:20 y fue asegurado y garantizado mediante el sacrificio de Cristo en la cruz, Mateo 26:28; Marcos 14:24; Lucas 22:20; 1 de Corintios 11:25; Hebreos 9:15-22. Beneficios característicos de este pacto son: el nuevo ministerio del Espíritu, que es ministerio de gloria; la libertad de los hijos de Dios; y la progresiva transformación en la imagen de Jesús, 2 de Corintios 3:6-18. El hecho de que se le llame también testamento en Hebreos 9:16-17, como expresión de una última voluntad, da la idea de su carácter definitivo. Jesucristo es el mediador y el garantizador de este Nuevo Pacto, Hebreos 7:22. Él es el pacto mismo, Juan 1:17. Por eso, quebrantar este pacto, por incredulidad impenitente, equivale a pisotear al Hijo de Dios y tener por inmunda la sangre del pacto, Hebreos 10:29.

d) La ley de Dios y el pacto de obras

Tras haber expuesto lo que la palabra pacto significa en la Historia de la salvación, resumiremos en pocas palabras la diferencia entre ley y mandato. El precepto o mandato se distingue de la ley únicamente en su extensión, pues mientras la ley se dirige a toda nación o a un Estado, el precepto no se dirige a toda la comunidad, sino a una persona o a un grupo en particular. Por eso, el mandamiento impuesto por Dios a nuestros primeros padres fue un precepto, no una ley. Sin embargo, fue suficiente para establecer un pacto de obras, no sólo con Adán, sino también con todos sus descendientes, en virtud de la solidaridad racial intentada por Dios.

e) El relato de Génesis sobre la caída

Los efectos de la tentación en el ánimo de Eva, conforme allí se describen, son ya consecuencia de un pecado interior, en la raíz de la personalidad, donde se asienta lo que los hebreos llaman “leb” corazón. Este pecado consistió, sin duda, en la opción fundamental de auto suficiencia. Sólo entonces, entra en acción la triple concupiscencia a que se alude en 1 de Juan 2:16, el fruto del árbol prohibido se convierte en deseable, porque, a la vista, ya turbia de Eva, aparece como bueno para comer, (los deseos de la carne); agradable a los ojos (los deseos de los ojos), y codiciable para alcanzar la sabiduría (la soberbia de la vida). La ingratitud, la desconfianza y el egocentrismo se conjugaron para engendrar la trasgresión y la desobediencia, Romanos 5:18-19 de nuestros primeros padres.

3.2. El pecado personal

Como hemos visto, el pecado de nuestros primeros padres, lo mismo que el de Satanás, tuvo su raíz en la autosuficiencia. El diablo tentó a Eva induciéndola a desconfiar de Dios e instigándola a independizarse, para conocerlo y probarlo todo, sin necesidad de revelación ni de conducción por parte de Dios. La rebeldía de nuestros primeros padres produjo así un descarrío, Isaías 53:6 y una contradicción con los criterios y las actitudes de Dios. Isaías 55:8.

a) Noción de pecado

El pecado, es una oposición directa al carácter santo de Dios, se opone también a nuestro verdadero carácter humano, a nuestro destino eterno, a la vida plena que Jesucristo vino a traer en abundancia, Juan 10:10. Es la falta de conformidad con la ley moral de Dios, ya en actos, ya en disposiciones o estado.

b) El pecado en contraste con la santidad

Es la santidad de Dios la que marca el carácter abominable del pecado. El más ligero repaso al Antiguo Testamento, nos convence de que el atributo preponderante en Dios es la santidad, Isaías 6:3.

c) Origen del pecado

El problema del origen del pecado se reduce al problema del origen del mal en su aspecto más radical. Sin embargo, hay una diferencia esencial entre el mal físico y el mal moral. El mal físico es una penalidad que el hombre sufre como consecuencia del pecado original, pues toda la creación ha sido sometida a vanidad y a la esclavitud de la corrupción, hasta que se realice la redención completa de los hijos de Dios, Romanos 8:20-22.

d) Naturaleza del pecado

Según la Biblia el pecado es una clase de maldad moral, como lo demuestran todos los nombres con que la Palabra de Dios lo apellida, Génesis 4:7; Isaías 48:8; Isaías 59:2; Romanos 1:18-32; 1 de Juan 3:4. El pecado tiene carácter absoluto, no sólo porque va contra el bien absoluto, que es Dios, sino también porque no existe una zona neutral entre el mal y el bien, desde el punto de vista ético personal.

e) La universalidad del pecado

Todo ser humano que se halle en pleno uso de su razón, comete pecados y fomenta vicios, esto es, hábitos de pecado. Nos lo demuestra la Biblia, la Historia y la experiencia propia, Romanos 3:21-23, 1 de Juan 1:8-10; 1 de Reyes 8:46; Proverbios 20:9; Eclesiastés 7:20-29; Mateo 6:12-14; Lucas 11:4; Romanos 3:10-20; Gálatas 3:22.

f) La depravación causada por el pecado

La depravación destituye radicalmente al ser humano del verdadero amor a Dios que la ley demanda, pues el hombre caído se ama a sí mismo y a otros seres más que a Dios, y hasta siente aversión hacia Dios, Malaquías 1:6, Juan 5.42. Ello es consecuencia de haber perdido el hombre la semejanza moral con Dios.

g) Culpa y castigo del pecado

La culpabilidad y el castigo son consecuencias del pecado. La culpabilidad es la cuantificación de un acto como merecedor de un castigo, estando obligado el infractor a dar una satisfacción a la justicia de Dios por la violación responsable de la ley. Por eso la ira de Dios, Romanos 1:18, es la reacción del carácter santo de Dios contra el pecado. La justicia de Dios amenaza al hombre pecador, por cuanto éste es digno de castigo. La pena o castigo sigue a la culpa, como la sombra al cuerpo, y consiste en un sufrimiento o pérdida, directa o indirectamente impuestos por el legislador, como vindicación de la justicia ultrajada por la violación de la ley. Desde el punto de vista teológico, la pena es el castigo intimado e impuesto por Dios a causa del pecado.

h) Clasificación del pecado

El pecado original fue un acto personal de Adán y, al mismo tiempo, una depravación de la raza humana por solidaridad racial con nuestra primera cabeza natural y jurídicamente representativa. En este segundo sentido, nos referimos aquí al pecado original para distinguirlo del pecado personal o actual, en el que interviene directa e inmediatamente la propia voluntad de la persona culpable. El original produce una corrupción más profunda en cuanto a la incapacidad en que se halla el hombre caído para levantarse por sí mismo de su lamentable estado de condenación, pero queda contrarrestado en los niños y en los que no han adquirido el uso normal de su razón, por la obra de Jesús en el Calvario, Mateo 19:14. El pecado personal implica mayor culpabilidad, puede producir hábitos viciosos y ahonda la depravación ya heredada Mateo 23:32.

El hombre caído peca por ignorancia inculpable muy raras veces. La Psicología ha descubierto los móviles inconfesables, a veces inconscientes, que subyacen a muchos de nuestros actos pecaminosos de cuya culpabilidad no llegamos a percatarnos del todo. Existe, pues, una especie de ignorancia culpable Mateo 15:14-20; Marcos 8:17-18; Lucas 24:25; Hebreos 9:7, que la Biblia llama explícita o implícitamente insensatez Números 15:29-31; Salmo 139:23-24; Eclesiastés 7:25; 8:11; Isaías 32:6; 42:19; Mateo 7:26; Lucas 12:47-48; Lucas 23:34; Juan 19:11; Hechos 17:30; Romanos 1:30-32; Romanos 2:12; Gálatas 1:7. Llamamos pecados de debilidad a los que, aun cuando revelan corrupción y desorden, tienen la atenuante de precipitación en el juicio o de poca energía en la voluntad. Pecados de presunción son los que se ejecutan con toda premeditación y en los que la voluntad pone su vigor al servicio de una injusticia. En el Salmo 19:12-13, David contrapone los errores a las soberbias. Isaías amonesta a los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, Isaías 5:18, y Pablo habla de los orgullosos, hipócritas, mentirosos y engañadores, que seducen a los débiles Gálatas 3:1; Efesios 4:14; 1 de Timoteo 4:1-3; 5: 24; 2 de Timoteo 3:2-6,13.

Es corriente que la gente se preocupe más de no hacer el mal (pecados de comisión) que de hacer el bien. Sin embargo, para Dios tan pecado es no hacer el bien como hacer el mal. Más aún, el Nuevo Testamento enfatiza el deber de hacer el bien, conforme al nuevo mandamiento del amor, Juan 13:34-35; Juan 15:17, en contraste con el Decálogo, donde 9 de las 11 intimaciones, comienzan por un no. Por eso, la eterna condenación de los impíos, tras el juicio de las naciones a que se refiere Mateo 25:41-46, aparece como consecuencia de cinco pecados de omisión.

i) El remedio al pecado

Toda la Escritura nos dice que el único remedio contra el pecado del ser humano, de todo ser humano, tanto creyente como inconverso, es la sangre de Jesucristo, derramada por nosotros en la cruz. La sangre de las víctimas ofrecidas en el Antiguo Testamento era meramente el medio para una purificación legal, y su fuerza propiciatoria consistía en que tales sacrificios eran figura profética del sacrificio del Calvario Hebreos 9 y 10. Dirigiéndose a los fieles, asegura Juan en 1 de Juan 1:7, la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Hebreos 9:22 concluye de una manera categórica “y sin derramamiento de sangre no se hace remisión”. ¿Por qué dispuso Dios que el perdón de nuestros pecados se efectuase precisamente a través del derramamiento de la sangre de Su Hijo? Creemos que la Santa Biblia nos da clara respuesta a esta pregunta. Si la vida está en la sangre Génesis 9:4 y el pecado se halla incrustado hondamente en nuestra vida desde nuestra concepción, Salmo 51:5, no queda otro medio mejor de vaciarse del propio pecado que derramando la propia sangre. Ahora bien, una sangre contaminada por el pecado no hubiese podido aplacar la ira de Dios ni borrar una mancha con su propia contaminación. Por eso, hemos necesitado un sustituto santo, inocente, sin mancha, apartado (moralmente) de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos, Hebreos 7:26. La limpieza de Su sangre hizo aceptable el sacrificio, y su condición divina aseguró un precio infinito.

3.3. Los efectos de la caída en el hombre y en la mujer

Una vez al caer, el hombre obtiene como consecuencias el extrañamiento de Dios Génesis 3:8, extrañamiento de sí mismos como nos refiere Génesis 3:7, extrañamiento del prójimo, como se devela en las tres preguntas hechas por Dios a Adán y Eva en Génesis 3:9-11, la sentencia de Dios que, en primer lugar, pronuncia su maldición sobre la serpiente, segundo la sentencia contra la mujer y tercero la sentencia impuesta a Adán. Por ello, al hombre tener conciencia de pecado, a la vez obtiene la pérdida de la integridad.

3.4. El valor del ser humano

A pesar de la caída, Dios valoriza al ser humano, de no ser así, no hubiese enviado a su Hijo a morir por él. Cuando leemos Éxodo 20:1-17, en donde Dios da las leyes a Moisés, encontramos allí, un grupo de diez principios que Dios valora en sí y por consiguiente en el hombre, estos son:

• Valora la persona, versos 1-6.

• Valora el nombre, la reputación, verso 7.

• Valora el descanso, versos 8-10.

• Valora el trabajo, verso 11.

• Valora la familia, verso 12.

• Valora la vida, verso 13.

• Valora la pareja, verso 14.

• Valora lo ajeno, el respeto a la propiedad privada, Verso 15.

• Valora la verdad, verso 16 y

• Valora la propiedad, verso 17.

3.5. Características del ser humano antes de la caída

Cuando Dios crea al hombre, estableció en él ciertas características peculiares, estas son:

• El hombre fue creado para tener compañía.

• Fue creado para tener comunión.

• Fue creado para procurar comunión.

• Creado para mantener parentesco, con su pareja, familia, prójimos.

• Fue creado con carácter moral; y

• Creado con capacidad inmortal (como criatura creada, no como Dios).

3.6. Comparación entre la vida árida y la vida fructífera: Colosenses 2:6-7

Cuando leemos Colosenses 2:6-7, encontramos que el rechazo, el temor, el espíritu no perdonador, la rebelión y la incredulidad son consecuencias y efectos de la vida árida. En cambio, la libertad, la aceptación, la sumisión, el espíritu perdonador y la fe, son consecuencias y efectos de una vida fructífera.



Objetivo 4.- Conocer sobre la relación de hombre y mujer en la creación.

4.1. Constitución de la naturaleza del hombre y la mujer: espíritu, alma y cuerpo.

Dios creó al hombre y a la mujer con un espíritu, el cual tiene contacto con el mundo espiritual, es en donde mora el espíritu del mismo Dios. El espíritu a la vez contiene la intuición, la conciencia y la comunión. La conciencia es la puerta del espíritu al espíritu de Dios, ésta dicta lo bueno y lo malo, produce la culpabilidad, es la puerta al mundo espiritual interno y el pecado la cauteriza. En cuanto a la intuición, es la parte conocedora del ser humano, con ella percibimos o sentimos cosas o circunstancias extrañas. La comunión, es dada para tener y mantener una unión directa con Dios, ésta no se puede tener sin honestidad y franqueza. Aparte del espíritu, tenemos un alma que comprende las emociones, sentimientos, la mente y la voluntad del ser humano. Es el asiento de la personalidad del hombre. Allí, encontramos su intelecto y su entendimiento. La voluntad es el derecho de elección que tiene el ser humano, es su libre albedrío, sus deseos y sus pasiones. La mente, es la parte pensante, el intelecto, nuestro archivo de acciones, palabras e intenciones. Nuestras emociones son la intensidad de nuestros sentimientos y los sentimientos son las acciones del sentir del ser humano. Son los recipientes de las impresiones externas e internas, como la tristeza, la alegría, la melancolía, la ira, el odio, el enojo y el dolor. En cuanto al cuerpo, es el “vehículo” con el cual entramos en contacto con el mundo físico, dominado por los cinco sentidos, mediante el cual nos comunicamos con el mundo exterior. Nuestros sentidos son las facultades mediante las cuales percibe el hombre la impresión del mundo exterior. Los sentimientos se expresan a través de los sentidos en nuestro cuerpo, la vista, el gusto, el olfato, el oído y el tacto, Santiago 2:26; Eclesiastés 7:9.

El esmero y dedicación que Dios pone en la creación del ser humano es mayor que la extendida al resto de la tierra. Dios por primera vez, en todo el relato de Génesis, se involucra tan personalmente, esto nos abre los ojos acerca de lo importante que somos para nuestro Creador.

4.2. Tipología del hombre según las Escrituras: el hombre original, el hombre natural, el hombre carnal y el hombre espiritual.

En el desarrollo de la doctrina sobre el hombre en las Sagradas Escrituras, encontramos cinco tipos del ser humano, el primero es el que la Palabra divina llama o da a conocer como el hombre original, este es Adán al ser creado, el ser humano antes de la caída. Luego en su desarrollo vemos al hombre original al momento de caer y los efectos de la caída, tanto en él como en su compañera. Luego tenemos al hombre natural, que encontramos en 1 de Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” El hombre carnal es el hombre caído que vive en la carne, en sus deseos y pasiones. Le sigue el hombre carnal, mencionado en 1 de Corintios 3:3,” porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?” Este es aquél que vive no “en la carne” sino según la carne, o sea, a conveniencia, según le parezca y a veces trata de vivir conforme a Dios. Y por ultimo nos habla del hombre espiritual 1 de Pedro 2:5: “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” Este es aquel hombre que se arrepiente de su pecado, es regenerado por el Espíritu Santo y vive “en y según el Espíritu Santo”, como Dios dictamine en Su voluntad.

4.3. Naturaleza moral del hombre: facultades específicas.

Las facultades morales específicas del hombre son tres: inteligencia razonadora y reflexiva, que le proporciona discernimiento y autoconciencia; sentimiento o sensibilidad, que le suministra apreciación de la belleza; y voluntad capaz de auto determinación espontánea hacia una decisión responsable. Por medio de estas tres facultades, el hombre puede captar la verdad, la belleza y el bien. Estas facultades hacen del hombre un ser moral.

4.4. Estado original del hombre

A lo largo de las Escrituras, y en particular en el Libro de Levítico 11:44, Levítico 19:2, el carácter personal de Dios se especifica sobre todo por la santidad. Por eso, la imagen de Dios en el hombre adquiere peculiar relieve en la justicia o rectitud original Eclesiastés 7:29. El “era bueno en gran manera” de Génesis 1:31, sigue inmediatamente a la creación de la primera pareja humana. Por su parte, en Efesios 4:24 y Colosenses 3:10 nos dan idea de que Jesucristo nos renueva a nuestra primera condición. Por tanto, Adán, el primer ser humano, era positivamente bueno, no moralmente neutral o meramente inocente.

Así pues, el hombre lleva la imagen de Dios en su personalidad dorninadora, libre, responsable, inteligente y creadora (cualidades que no se pierden, aunque se deterioren, por el pecado original); pero lleva, sobre todo, la semejanza con Dios en la rectitud o santidad en que fue creado, puesto que todas sus facultades estaban entonces orientadas hacia el bien, aunque su libre albedrío tenía la capacidad de inclinarse hacia el mal.



Objetivo 5.- Participar e investigar sobre los planteamientos doctrinales de la iglesia en relación al hombre.



ASIGNACIÓN PERMANENTE:

• ¿Cuáles son los estatutos de fe, principios o normas en mi Iglesia, que hablan acerca del hombre?

• ¿Qué afirman y qué niegan?

• ¿Cuál es el basamento bíblico de mi Iglesia acerca del hombre como creación de Dios?

BIBLIOGRAFÍA

El hombre su grandeza y su miseria, Autor: Francisco Lacueva, Editorial CLIE, Curso de Formación Teológica Evangélica Tomo III

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